17/10/2023

LA LAUDATE DEUM EN 30 CITAS

El 4 de octubre, coincidiendo con la festividad de San Francisco de Asís, se ha hecho pública la nueva exhortación apostólica del papa Francisco Laudate Deum sobre la crisis climática. «Un tema muy importante y que afecta a toda la humanidad, pero como siempre, especialmente a los más vulnerables, que se ven obligados a desplazarse para sobrevivir o son víctimas de acontecimientos climáticos extremos provocados por el cambio climático», dijo el director de Cáritas Diocesana de Tortosa, Didac Rodríguez Alumbreros en comunicación dirigida a todos los agentes de Cáritas.

«Pienso que su lectura nos puede ayudar a reflexionar sobre el papel de Cáritas en la hora de apoyar las medidas por la cura de nuestro planeta La casa común y ver como podemos hacer que nuestra actividad sea cada día más respetuosa, ecológica y sostenible para cuidar las generaciones actuales pero también las futuras. Espero que su lectura os sea de ayuda», concluyó.

I. La crisis climática global

Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están, cada vez más patentes. (5)

Como siempre, parece que la culpa es de los pobres. Pero la realidad es que un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial, y que la emisión per cápita de los países más ricos es muchas veces más grande que la de los más pobres. (9)

No es posible esconder la coincidencia de estos fenómenos climáticos globales con el crecimiento acelerado de la emisión de gases de efecto invernadero, sobre todo desde medios del siglo XX. Una agobiante mayoría de científicos especializados en clima sostienen esta correlación y solo un ínfimo porcentaje intenta negar esta evidencia. Lamentablemente, la crisis climática no es precisamente un asunto que interese a los grandes poderes económicos, preocupados por el rédito más grande posible con el menor coste y en el tiempo más corto que se pueda. (13)

Me veo obligado a hacer estas precisiones, que pueden parecer obvias, a causa de ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica. Pero ya no podemos dudar que la razón de la velocidad inusual de estos peligrosos cambios es un hecho que no se puede ocultar. (14)

Ciertos diagnósticos apocalípticos suelen parecer poco racionales o insuficientemente fundados. Esto no nos tendría que llevar a ignorar que la posibilidad de llegar a un punto crítico es real. (17)

[Quiero] repetir dos convicciones en las cuales insisto hasta el cansancio: “todo está conectado” y “nadie se salva solo”. (19)

II. Más paradigma tecnocrático

La inteligencia artificial y las últimas novedades tecnológicas parten de la idea de un ser humano sin ningún límite, las capacidades y posibilidades del cual podrían ser ampliadas hasta el infinito gracias a la tecnología. Así, el paradigma tecnocrático se retroalimenta monstruosamente. (21)

El mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro. […] Esto mismo excluye la idea que el ser humano sea un extraño, un factor externo solo capaz de echar a perder el ambiente. Tiene que ser considerado como parte de la naturaleza. La vida humana, la inteligencia y la libertad integran la naturaleza que enriquece nuestro planeta y son parte de sus fuerzas internas y de su equilibrio. (25/26)

Necesitamos repensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es el sentido, cuáles son sus límites. […] Hace falta lucidez y honestidad para reconocer a tiempo que nuestro poder y el progreso que generamos se giran contra nosotros mismos. (28)

La decadencia ética del poder real se disfraza gracias al marketing y la información falsa, mecanismos útiles en manos de quienes tienen más recursos para incidir en la opinión pública a través de ellos. (29)

La lógica del máximo beneficio con el menor coste, disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier inquietud para promover los descartados de la sociedad. En los últimos años podemos advertir que, aturdidos y extasiados ante las promesas de tantos falsos profetas, a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos. (31)

III. La debilidad de la política internacional

No es conveniente confundir el multilateralismo con una autoridad mundial concentrada en una persona o en una élite con un poder excesivo. […] La cuestión es que [las instituciones internacionales] tienen que estar dotadas de autoridad real de forma que se pueda “asegurar” el cumplimiento de algunos objetivos irrenunciables. De este modo se daría lugar a un multilateralismo que no dependa de las circunstancias políticas cambiantes o de los intereses de unos cuántos y que tenga una eficacia estable. (35)

El mundo se vuelve tan multipolar y a la vez tan complejo que hace falta un marco diferente a cooperación efectiva. […] En este marco necesariamente se requieren espacios de conversación, de consulta, de arbitraje, de resolución de conflictos y de supervisión, y en definitiva un tipo de más “democratización” en el ámbito global porque se expresen e incorporen las situaciones variadas. Ya no nos servirá sostener instituciones para preservar los derechos de los más fuertes sin tener cura de los de todos. (42/43)

IV. Las conferencias sobre el clima: adelantos y fracasos

[Después de algunas Conferencias sobre el clima con escasos resultados], hoy podemos continuar afirmando que los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron mecanismos adecuados de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos. Los principios enunciados continúan reclamando caminos eficaces y ágiles de ejecución práctica. También que las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global. (52)

V. Qué se espera de la COP28 de Dubai?

Si confiamos en la capacidad del ser humano de transcender sus pequeños intereses y de pensar en grande, no podemos dejar de soñar que la COP28 conduzca a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de una monitorización permanente. Esta Convención puede ser un punto de inflexión, que muestre que todo el que se ha hecho desde el 1992 iba bien y merecía la pena, o será una gran decepción y pondrá en riesgo todo aquello bueno que se haya podido conseguir hasta ahora. (54)

La transición que necesitamos, hacia energías limpias como la eólica y la solar, abandonando los combustibles fósiles, no tiene la velocidad necesaria. Por lo tanto, el que se está haciendo correr el riesgo de interpretarse solo como un juego para distraer. (55)

Necesitamos superar la lógica de aparecer como seres sensibles y a la vez no tener la valentía de producir cambios sustanciales. Sabemos que, a este ritmo, solo en pocos años superaremos el límite máximo deseable de 1,5 grados centígrados y en poco tiempo más podríamos llegar a los 3 grados, con un riesgo alto de lograr un punto crítico. (56)

Suponer que cualquier problema futuro podrá ser resuelto con nuevas intervenciones técnicas es un pragmatismo homicida, como tirar adelante una bola de nieve. (57)

Acabamos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como una cosa solo ambiental, “verde”, romántica, a menudo ridiculizada por los intereses económicos. Aceptamos finalmente que es un problema humano y social en un abanico diverso de sentidos. (58)

Si hay un interés sincero a conseguir que la COP28 sea histórica, que nos honore y ennoblezca como seres humanos, entonces solo hay que esperar formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorizar fácilmente. (59)

A los poderosos me atrevo a repetirlos esta pregunta: «¿Por qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?». (60)

VI. Las motivaciones espirituales

A los fieles católicos no quiero dejar de recordarlos las motivaciones que brotan de la misma fe. Aliento los hermanos y hermanas otras religiones que hagan el mismo, porque sabemos que la fe auténtica no solo mujer fuerzas en el coro humano, sino que transforma la vida entera, transfigura los mismos objetivos, ilumina la relación con los otros y los lazos con todo creado. (61)

La Biblia narra que «Dios vio que todo el que había hecho era muy bueno» (Gn 1,31). De Él es «la tierra con todo el que contiene» (Dt 10,14). Por eso, Él nos dice: «Las tierras no se pueden vender definitivamente, porque todo el país es mío, y para mí vosotros no sois más que unos inmigrantes y unos forasteros» (Lv 25,23). (62)

Jesús podía invitar los otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo porque él mismo estaba en contacto permanente con la natura y le prestaba una atención llena de afecto y sorpresa. Cuando recorría cada rincón de su tierra se paraba a contemplar la belleza sembrada por su Padre, e invitaba sus discípulos a reconocer en las cosas un mensaje divino. […] El mundo canta un Amor infinito, como no tener cura? (64/65)

La cosmovisión judeocristiana defiende el valor peculiar y central del ser humano en medio del concierto maravilloso de todos los seres, pero hoy nos vemos obligados a reconocer que solo es posible sostener un “antropocentrismo situado”. Es decir, reconocer que la vida humana es incomprensible e insostenible sin las otras criaturas, porque todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos un tipo de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde. (67)

No puedo negar que hay que ser sinceros y reconocer que las soluciones más efectivas no solo vendrán de esfuerzos individuales sino sobre todo de las grandes decisiones en la política nacional e internacional. (69)

Un cambio generalizado al estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en el camino de la cura mutuo. (72)

«Alabamos Dios» es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para él mismo. (73)